Elegir la opción de utilizar lentillas es un paso muy sencillo, ya que resulta mucho más cómodo que utilizar gafas en muchos casos. Pero no es todo tan simple como parece, antes de elegir unas lentillas es necesario realizar una serie de pruebas y seguir una adaptación.
Estas pruebas son necesarias para saber cómo está la visión y la salud ocular para así poder elegir la lente que mejor se adapte al paciente. Estos estudios se realizarán para saber la medida de la córnea, tanto de su curvatura como de su diámetro, además de una exploración de la parte externa del ojo para poder valorar si se padece algún problema ocular, como la sequedad o para ver la calidad de la lágrima, que puede impedir el uso de lentes.
Una vez hechas las pruebas, se verá qué tipo de lente es la más adecuada para el paciente. Entre ellas se encuentran las lentes desechables, donde están las diarias, semanales o mensuales, las blandas convencionales y las semirrígidas. Dependiendo del uso que se haga es recomendable elegir una u otra. Las lentes semirrígidas se utilizan normalmente para el control de la miopía, consiguiendo en algunos casos reducirla.
Es importante tener en cuenta que la higiene es un factor a tener en cuenta si se elige llevar lentillas. La limpieza de las lentes es muy importante, es aconsejable hacer una limpieza mecánica una vez se extraiga la lente del ojo, ya que de esta forma los restos que se queden en la lente serán extraídos, además de estar durante toda la noche en el líquido de mantenimiento o solución limpiadora, llevando a cabo así una limpieza completa.
Además hay que tener en cuenta que antes de ponerse las lentes y a la hora de quitarlas es importante tener las manos limpias, se recomienda lavarse las manos con jabón y si es posible secarlas con papel, para que así no haya restos de hilos, algo habitual si usamos toallas.