Como adultos somos más conscientes de los cuidados que necesita el cuerpo, la experiencia y el conocimiento adquiridos durante los años nos hace responsables de lo que ocurre en nuestro cuerpo.
En cambio, los niños, no están preparados para asumir tal responsabilidad, son olvidadizos, todavía no conocen la constancia ni la necesidad de mantenerse sanos.
En el caso de la vista este problema se acentúa más ya que al tratarse de un órgano sus cuidados pasan más desapercibidos, pero como cualquier otra parte del cuerpo requiere vigilancia y cuidados específicos. Por ello, debemos ser los padres quienes estemos atentos a las señales, y quienes debemos estar pendientes de los malos hábitos para corregirlos a tiempo. A continuación hablaremos de algunos de estos hábitos:
- Limitar el uso de pantallas: Cada vez es más frecuente el uso de dispositivos electrónicos en niños y la mayoría no tiene límites. Como padres, debemos limitar su uso a unas pocas horas al día.
- Evitar el contacto contínuo en la cara: Intentar que no se toquen la cara sin haberse lavado las manos, evitar que se froten los ojos, etc. Los niños pueden tocar cientos de cosas diferentes a lo largo del día y no suelen estar muy pendientes de lavarse las manos, tocarse la cara con las manos sucias puede derivar en una conjuntivitis.
- Preguntar sobre la visión: Cada cierto tiempo es convenientes preguntarles si ven bien en clase, si tienen que forzar la vista para ver la pizarra, si la ven borrosa, etc. También hay que estar pendientes a los detalles en casa, por ejemplo si se sientan muy cerca de la televisión, si acercan mucho la vista a los cuadernos cuando hacen los deberes, etc.
- Visitas al especialista: Como mínimo, deben acudir a una revisión una vez al año. Durante la etapa de la niñez la vista todavía se está desarrollando y además en ocasiones se puede llegar a forzar por los estudios. Es en este momento cuando comienzan a aparecer problemas de miopía y es muy importante valorar los posibles tratamientos para evitar que el trastorno vaya a más.
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